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La Comunidad étnica de Mulaló está conformada por el conjunto de familias de ascendencia afrocolombiana

Ligadas al patrón de poblamiento de la Hacienda Mulaló, que comparten prácticas culturales, historia, tradiciones y costumbres, conforme al reglamento interno del Consejo Comunitario de Mulaló, 2006.

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Gente que deja huella

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Joaquín Tello. Un libro abierto, en valores y conocimientos.

Por Esmeralda Ortiz Cuero - Año 2011

Nació en Mulaló, en el año de 1919 y murió el 31 de diciembre de 2009. Vivió en el seno de una familia integrada por sus padres, Juan Antonio García y Emperatriz Tello, y seis hermanos, Emiliano, Luis Ángel, Gabriel Antonio, Celmira, Ana y Paulina. Sus padres eran estrictos en el cumplimiento de horarios y el desempeño de las responsabilidades, para así lograr consolidar un hogar donde imperaba la disciplina, el respeto y el amor por el trabajo. Su casa estaba construida en palmicha y bahareque, tenía cultivos de plátano, yuca, maíz, etc; y en esta, como en todas las casas, no podía faltar la manada de chivos, caballos y ganado. Durante la semana, los niños salían de la escuela y en la tarde ayudaban en las labores de la casa: recogían agua, cuidaban los cultivos, buscaban leña, iban a Yumbo a pie a hacer mandados, etc.

La infancia de Joaquín transcurrió entre su casa y la escuela, espacios que llenaron de sentido su vida. Los valores que le inculcaron en su familia se fortalecieron en la escuela y fueron reflejados en el trato hacia los mayores. Decía Joaquín que cada vez que un niño se encontraba con una persona de edad, así no la conociera, debía “alabar a Dios” como señal de respeto y autoridad. Otra tradición importante de la época, decía él, era la ceremonia de la “soltada del pantalón” la cual se realizaba cuando el joven cumplía 20 años y marcaba la transición a la vida adulta. A partir de este momento podía utilizar pantalón largo, como en la época de los griegos existían señales físicas que marcaban este momento tales como la aparición del bigote.

Su aporte a la comunidad de Mulaló fue muy valioso, porque fue un “cronista del pasado”. Y además, era el mejor “sobador” de la región, sus prodigiosas manos sanaron a muchísimas personas, mientras Joaquín “sobaba” sembraba en el corazón de sus pacientes el sentido de pertenencia a esta tierra. Estos conocimientos sobre las costumbres, valores y tradiciones de Mulaló, el amor por la jardinería, por los niños, y una vida ejemplar, hicieron que Joaquín Tello fuera un hombre que deja huella. Ocupa un lugar muy especial en la memoria colectiva de los muleños, desde el más niño hasta el más adulto. A José Joaquin lo admiraban, valoraban y respetaban porque gracias a sus palabras se recreó el Mulaló de otras épocas.

Cápsulas de historia local

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En el siglo XIX seis mujeres se destacaron desempeñando el oficio como parteras: Dominga Cuero, María Cleofe Cuero, Gertrudis Cuero, María Engracia Cuero, Dolores Cuero y Javiera Cuero, quienes compartían el apellido Cuero como linaje de descendencia. Sin embargo, de las seis, el caso de Dominga se presenta como el más categórico del rol ocupado por la mujer en el contexto de la trama social. Dominga Cuero, es identificada como la partera de la Hacienda Mulaló en el discurso formal eclesiástico. No obstante su condición de mujer esclavizada, logra a partir del ejercicio de su oficio, transgredir los principios que instituyen las lógicas de subordinación esclavista desde la ritualidad de su práctica cotidiana como partera.

Desde su condición de mujer y esclavizada en el marco de las lógicas de sujeción de la Hacienda Mulaló, antes de la abolición formal de la esclavización administraba el agua del socorro, ritualidad que para este periodo estaba reservada para la autoridad eclesiástica y a los hacendados.

Dominga, desde su condición de esclavizada trasciende a un espacio de autoridad y poder a partir de su experticia, habilidad y del reconocimiento social en el desempeño de su oficio como partera; matronas como Dominga, debían combinar una serie de cualidades físicas y virtudes como las que se mencionan a continuación: conocimiento teórico-práctico de su oficio, gozar de una salud robusta, manos delicadas, saber leer y escribir, permanecer vigilantes, ser cuidadosas, gozar de un genio dócil, ser misericordiosas, buena cristiana, templada, prudente y silenciosa para el ejercicio de su práctica.

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Cultura Mulaleña

La cocina era uno de los lugares más importantes de la Hacienda Mulaló. Germán Patiño en su obra Fogón de negros, revela a través de sugestivas fuentes históricas y minuciosas indagaciones personales, como la gastronomía y las artes de mesa en la región del Valle geografico del rio Cauca se han desarrollado en torno a interacciones con diversos grupos étnicos, en especial con los descendientes de africanos esclavizados. También revela cómo estas interacciones fueron desplegando una densa red de relaciones significantes en las que se ve reflejada la vida y las tensiones de la colectividad, con sus elaboradas expresiones culturales, las refinadas e imaginativas preparaciones que hacen del comer una función absolutamente simbólica y sensorial. La cocina Vallecaucana es producto de una construcción cultural nueva donde sin lugar a dudas, la impronta africana, ha sido determinante.

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En la Hacienda Mulaló, la cocina estaba bajo la responsabilidad de las matronas esclavizadas que empezaban la jornada desde las 4:00 de la madrugada en variadas labores, que exigían la dispendiosa preparación de los alimentos. Todos estos conocimientos, aromas, sabores y sazones fueron transmitidos de generación en generación y hoy son patrimonio indiscutible de las mujeres mulaleñas, las cuales aprovechan esta fortaleza de la cocina ancestral para el mejoramiento de la calidad de vida de sus familias.

Las matronas Mulaleñas son portadoras y herederas de esa tradición ancestral, lo cual se ve reflejado en la manera cómo significan los utensilios, sus modos particulares de preparación, cocción y todos los rituales asociados al fogón. En el capítulo de Fogón de Negros titulado: “Dulcería y sensualidad”, Patiño hace varias referencias al desamargado, dice:

“Nuestro desamargado, o letuario, es comida lujuriosa. En el Buscón, Francisco de Quevedo lo caracteriza como un dulce que las picaronas les obsequiaban a los hombres en las calles junto con un trago de aguardiente, para despertarles dormidos apetitos […]”

El desamargado y su forma única de preparación hacen parte del patrimonio inmaterial de la comunidad étnica de Mulaló.

El bautizo de Herencia la muñeca de pandebono

El bautizo de la muñeca de pandebono es una práctica ritual que hace parte del patrimonio inmaterial de la comunidad étnica de Mulaló. Durante el ceremonial del bautismo, los participantes establezcen nexos de compadrazgo ritual para toda la vida. En función de la muñeca de pandebono, se instituyen los roles de padres, hij@s y compadres, quienes crean y consolidan nuevos lazos de parentesco que se trasmiten de generación a generación. De esta manera ingredientes como la harina de maíz blanco y el queso, de la mano de la matrona y permeado por el saber ancestral, se transforma en un elemento ritual fundamental en el constructo identitario de la comunidad étnica.

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